Hay quienes pasan los meses en un recinto monacal, o de golfería, o empeñados en traducir a poetas de Ucrania, o hablando por teléfono desde la bañera.
Yo he venido a París a no hacer casi nada, lo que a veces significa hacerlo todo. A observar como un químico en otro laboratorio. A ver muchachas que son un ensayo sobre el viento que uno desea leer hasta el final.