«¿Existía Estambul ? se pregunta uno de los
personajes. «¿O no era nada más ni nada menos que un espacio sin límites que todos,
en algún momento, llevamos en la espalda, pegado como un mochila ?» Pero
el lector, a estas alturas del libro, sabe ya que el mundo tiene cajones
secretos, que algunos pensamientos cobran voz, o que nada, quizá, sea tan real
como nuestros propios sueños. A lo largo de las cinco historias que configuran Con Agatha en Estambul una niña entra en un convento con un baúl y un traje de novia ; una
joven ejecutiva asiste impotente a las enigmáticas apariciones de una mujer vestida de verde ; una
feliz esposa se sobrecoge ante el panteón
familiar de su marido ; alguien pierde súbitamente la memoria una mañana cualquiera en un
viejo café ; una serie de imprevistos, en fin, distorsionada relación de
una pareja de turistas en un Estambul invernal envuelto en brumas.
Una atmósfera muy especial planea sobre nosotros, contaminándonos poco a poco,
seduciéndonos, arrobándonos. Desde la primera hasta la última línea.