El historiador comprende pronto que las palabras ?yo soy catalán? no serán dichas sin más por el hombre medio en un mismo sitio a través de los siglos, o en un mismo momento en todos los sitios de un conjunto de territorios: valencianos, mallorquines, inmigrantes rurales del siglo XVI o inmigrantes obreros actuales, podrían decirlo o no, decirlo hoy y mañana no, o no decirlo hoy y mañana sí. ?La historia de las conciencias de grupo no queda configurada de una vez para siempre?. P. Vilar comienza a interesarse por la distribución y redistribución de los juegos ?como él dice? en el tapiz de las pertenencias. ?¿Quiere esto decir que en materia «nacional» todo es «psicología» y psicología siempre cambiante? En un sentido sí ?como por definición?, porque se trata de fenómenos de conciencia, y porque toda historia es cambio. Pero estas «psicologías» y estos «cambios» que aparecen como hechos tienen nombres, vienen a ser causas, son también consecuencias, en ellos intervienen múltiples factores. Algunos de estos factores imponen ?o, al menos, proponen? permanencias o tendencias. Otros, lentas evoluciones; otros, virajes bruscos. La tarea del historiador consiste en la reconstrucción de las combinaciones (...) entre las cosas y los seres, entre la materia y los espíritus, en las diversas temporalidades que corresponden a cada uno?. (...)
Azurmendi por su parte nos adentra en el tema desde un enfoque "portugués"