Tercer volumen de la serie La vida escrita por las mujeres, La pluma como espada resume en su título una práctica común en las escritoras del siglo XIX: la reivindicación activa de sus derechos como literatas. El periodo que abarca de 1800 a 1920 -de las poetas románticas a las escritoras modernistas- es absolutamente decisivo. Todas ellas, sin excepción, debieron bregar con los prejuicios impuestos por un pensamiento tradicional acostumbrado a considerar a la mujer inferior al hombre en inteligencia y en el derecho a la palabra pública. Fueron prejuicios que alcanzaron incluso a una escritora de la fortaleza y empuje de Emilia Pardo Bazán, que se vioacosada en algún momento de su vida por las ironías, las descalificaciones o la burla solapada. Ello explica el pánico que se apoderó de algunas de ellas a la hora de admitir su vocación literaria (Cecilia Böhl de Faber o Caterina Albert, por ejemplo, se parapetaron detrás de los seudónimos masculinos de Fernán Caballero o Víctor Català siguiendo los pasos de la influyente escritora francesa George Sand). Por ello resultan doblemente conmovedoras las cartas que muchas de ellas deben escribir públicamente en su defensa ante escritores que les recriminan su audacia o su libertad, y que aparecen aquí recogidas. Y es que la literatura en el siglo XIX fue la espada que muchas mujeres blandieron pacíficamente para defender su autonomía.