En una tertulia, Benavente hace grandes elogios de Valle-Inclán, del que dice que es uno de los más valiosos escritores que tiene España.
-Pues don Ramón -le interrumpe uno de los contertulios- no opina lo mismo de usted.
Replica inmediatamente con su agudeza habitual el peligroso don Jacinto:
-A lo mejor estamos equivocados los dos.
Un mal cómico oía silbar cada día una perorata suya en una obra dramática. Una vez el pobre infeliz no pudo más y, cuando empezaron los silbidos, se adelántó a las candilejas y dijo:
-Respetable público, si no dejan de silbar y no aplauden, lo repito.
Recibió una gran ovación.
Fue muy grata para Miguel Gasset, empresario del teatro Romea de Barcelona, la noticia de que el rey Amadeo de Saboya había acudido a presenciar la representación.
Presentó, muy nervioso, sus respetos al monarca y conversó brevemente con él, que le ofreció un cigarro puro.
-Gracias, Majestad -dijo el nerviosísimo Gasset-; me lo fumaré toda mi vida.