- Editorial:
- REINO DE REDONDA
- Año de edición:
- 2004
- ISBN:
- 978-84-931471-7-4
- Páginas:
- 392
- Colección:
- VARIAS
BRAZO MARCHITO, EL
HARDY, THOMAS
Prólogo de Manuel Rodríguez Rivero Traducción de Javier Marías
«La desdichada esposa hizo un desesperado esfuerzo por controlarse. Era su Edmond; no le había hecho ningún mal; había sufrido. Una momentánea devoción por él la ayudó y, levantando la vista como se le había implorado, miró aquel despojo humano, aquel écorché, por segunda vez. Pero la visión era demasiado horrible. De nuevo, involuntariamente, apartó la mirada y se estremeció. - ¿Creéis que podréis acostumbraros a esto? -dijo él-. ¡Sí o no! ¿Podréis soportar cerca de vos esta carne de osario? Juzgad por vos misma, Bárbara. ¡Vuestro Adonis, vuestro incomparable marido, se ha convertido en esto! La pobre mujer estaba junto a él inmóvil, excepto por el continuo parpadeo de sus ojos. Todos sus naturales sentimientos de afecto y compasión le habían sido arrebatados por una especie de pánico; tenía, exactamente, la misma sensación de debilidad y horror que habría tenido en presencia de un aparecido. De ningún modo podía hacerse a la idea de que aquello era el elegido de su corazón: el hombre que había amado. Se había metamorfoseado hasta convertirse en un ejemplar de otra especie.» Fragmento de «Bárbara de la Casa de Grebe», El brazo marchito
Thomas Hardy (1840-1928) publicó catorce novelas, una cincuentena de cuentos y más de mil poemas. Atacado por la insólita crudeza sexual de muchos de sus libros, la falta de entusiasmo, cuando no la hostilidad, con que fue recibida Jude el Oscuro fue determinante en su abandono definitivo de la novela. A partir de 1895 Hardy se entregó de lleno a la poesía. De este modo consiguió el extraño honor de convertirse a la vez en el último novelista británico del XIX y en el primer gran poeta en lengua inglesa del siglo XX. Y la verdad es que, como novelista, y a pesar de mostrarse lúcido testigo de los orígenes de la modernidad, Hardy pertenece más apropiadamente al universo de Balzac, Dickens, Dostoyevski o Galdós que al de Proust, Woolf, Joyce o Kafka.Los últimos quince años de su vida fueron testigos de un triunfo que le había sido tan esquivo como ahora le fue estrepitoso, y Hardy pudo vivir plenamente la experiencia de convertirse en el Gran Escritor de su tiempo. Murió en su mansión de Max Gate, cerca de Dorchester, a la que en sus últimos años acudían en peregrinación sus numerosos admiradores, entre los que se contaron R. L. Stevenson, J. M. Barrie, W. B. Yeats, John Cowper Powys, Virginia Woolf, T. E. Lawrence, H. G. Wells, E. M. Forster, George Bernard Shaw, Robert Graves, Ford Madox Ford, Walter de la Mare y Wilfrid Ewart. Sus cenizas se conservan en la abadía de Westminster, pero su corazón le fue extraído y enterrado en el cementerio de la parroquia de Stinsford, junto a los restos de sus dos mujeres.
Javier Marías tradujo los relatos de El brazo marchito en 1974 -tengo entendido que fue su primer libro como traductor profesional-, cuando era un joven de veintitrés años que había publicado dos novelas e intentaba abrirse paso como narrador. Del Prólogo de Manuel Rodríguez Rivero
Blog de Javier Marías: https://javiermariasblog.wordpress.com/category/reino-de-redonda/