En los confusos años de la transición española, un desconocido médico rural, Onofre Gil, deja tras su suicidio en un perdido pueblo andaluz unos papeles inquietantes y descarnados. Son una lúcida y coherente exposición autobiográfica preparada para leer ante un supuesto auditorio y justificar en parte su decisión irrevocable. Onofre recuerda diferentes episodios que muestran la hipocresía inculcada desde el colegio, el odio largamente incubado contra las imposiciones cerriles y, en definitiva, la represión enfermiza que le impedía manifestarse tal como era. La violencia gratuita, el despertar sexual, el sentimiento de culpa , miserias y claudicaciones de un tiempo acérrimamente hostil que no conducía más que a la locura o al cinismo. Y es que no tardamos en reconocer en Onofre la personificación de tantas generaciones que salieron estigmatizadas de los oscuros años del franquismo.