Habiendo sido educados en la noción del sentido del ridículo, el equilibrio del pudor y el respeto a la vergüenza, asistimos hoy perplejos al insólito espectáculo que ha destruido en pocos años las reglas del comportamiento público y privado. Atizados por la recompensa de una notoriedad jocosa, muchos ciudadanos han participado en la ruidosa liquidación pública de modos y formas aparentemente anticuados: la reserva, la discreción, y, a fin de cuentas, la elegancia. Sentir vergüenzanos dice José Luis de Juanes una manifestación del espíritu, es ejercer el libre albedrío, un acto moral que oscila entre la inocencia y la culpa. La vergüenza es una sensación poderosa y sutil. No es el arrepentimiento cristiano, ni la autocrítica comunista, ni la sangría del gentil o del pobre, ni la indignación colectiva. La vergüenza es la salvaguardia celosa de una intimidad amenazada, la certeza de haber hecho algo no honorable y el testimonio de cierto tipo de decencia. La vergüenza es la guía de nuestro comportamiento ante los demás y la proyección perenne de un respeto ligado a la integridad. En el panorama ensayístico español, el presente libro es una obra enteramente insólita: una voz única, singular, muy libre, perfectamente consciente de la tradición a la vez medular y marginal a la que remite, desde al menos León Bloy, y, al propio tiempo, vívidamente alineada en las aguijadoras controversias del mundo de hoy, vistas en una perspectiva de simultaneidad histórica en la que Raskolnikov, Cervantes, Confucio o Marco Aurelio coexisten con el Watergate, la descomposición de la Rusia antes soviética o los enmascaramientos de la transición política española. A la vez en lo artístico y moral, la propuesta de José Luis de Juan se distingue por su audacia y por su vigorosa voluntad de hallar en la verdad la belleza expresiva e intelectiva.